El crédito a tipo variable marca su cota más baja desde 2004

El crédito a tipo variable marca su cota más baja desde el año 2004. Los tipos de interés bajos e incluso en negativo durante años impulsaron la contratación de préstamos que no sufrían variaciones en función del mercado y han volcado la cartera total de las entidades en España hacia el lado más proteccionista. A ellos se suma en los últimos meses -sobre todo desde finales de 2021- aquellos que impulsados por el aumento del precio del dinero decidieron cambiar sus préstamos a tipo variable a otros que no sufrieran los vaivenes que producen las decisiones de los bancos centrales, abriendo la mayor horquilla entre este tipo de créditos y el total del sistema desde hace casi dos décadas.

El crédito a tipo variable marca su cota más baja desde 2004

Los datos del Banco de España publicados este mismo lunes con referencia al cierre del mes de noviembre reflejan un volumen de crédito total de 1.186 miles de millones de euros en el sistema en España, de los que 582.000 millones están firmados a tipo variable.

Históricamente, la cuantía del saldo vivo de uno y otro tipo de préstamos transcurría casi en paralelo. Primero, la horquilla de separación era más pequeña y un porcentaje elevado del activo de la banca estaba firmado a tipo variable. Como se puede ver en el gráfico anexo, esta separación comenzó a hacerse cada vez más grande durante los años de la crisis inmobiliaria, entre 2008 y, sobre todo, 2012.

Cabe recordar que en el año 2008 el euríbor llegó a superar el 5%, lo que puso en apuros a empresas y familias cuyos préstamos estaban vinculados a este índice. Así, como se puede ver en el gráfico, los créditos que más se habían encarecido convirtieron la curva que llevaba años ascendiendo en una meseta que se prolongó hasta finales de 2012, cuando el volumen total -y de forma casi simétrica los préstamos a tipo variable- empezaron una tendencia a la baja que continúa a día de hoy.

Con la entrada de los tipos en terreno negativo y la vuelta del crédito al día a día de la banca y de las empresas y familias, las entidades financieras afilaron el colmillo para conseguir una cuota de mercado mayor con préstamos -sobre todo en el lado hipotecario- a precios de derribo. A partir de entonces, y de forma especialmente relevante, entre 2018 y 2019, las hipotecas a tipo fijo llegaron a venderse a precios que apenas rozaban el 1%, lo que decantó la balanza hacia esta tipología.

Este telón de fondo sirvió para aumentar la comercialización de préstamos a tipo fijo o mixto frente a los tradicionales variables y aumentó de forma notable la horquilla entre los estos y los que van vinculados a los vaivenes de los tipos de interés. La vuelta de tuerca definitiva se produjo con la recuperación de la actividad tras la pandemia de la Covid-19 cuando la política de los bancos centrales motivó un auge de los tipos de interés de forma repentina, lo que hizo caer la concesión de crédito. De forma paralela, y para evitar consecuencias sociales, los gobiernos y la banca acordaron diferentes opciones para que clientes hipotecarios que tenían préstamos a tipo variable pudiesen moverlos hacia los fijos sin penalizaciones.

Con todo y con ello, el porcentaje de la cartera de crédito de la banca española a tipos que no sufren variaciones con el mercado sigue creciendo y sigue ampliando la distancia con los variables, llegando a niveles no vistos hace casi dos décadas.