El misterio detrás de Antares de la Luz: Quién era el hombre que creó la "Secta de Colliguay"

Antares de la Luz

La vida de Ramón Castillo Gaete, no era muy distinta a la de cualquier persona. Tenía amigos, participaba tocando el clarinete en la banda “Amaru” y realizaba clases en el liceo Antonio Hermida Fabres, en la comuna de Peñalolén. Pero en un punto de su existencia, empezó a radicalizarse, como insinuar que tenía un ente adentro de su cuerpo, con este hecho, había nacido Antares de la Luz.

Con un talento para los instrumentos de viento, el hombre que parecía una persona normal, empezó a tener delirios místicos, como declarar que tenía la capacidad de sanar con las manos y ser una especie de divinidad.

Y así, sus amigos de la infancia y alumnos, no pudieron creer que este exprofesor de música, creó un culto hacia su figura, en el que sometía sexualmente a las mujeres pertenecientes a su secta.

Hasta que finalmente, en 2012, el rostro de Antares se hizo conocido, tras lanzar a su hijo de dos días de vida, llamado Jesús, a una hoguera.

Para los seguidores de la secta, el recién nacido representaba el anticristo, un delirio que lo llevó a fugarse a Perú hasta donde vivió sus últimos días y que el documental Antares de la Luz: La Secta del Fin del Mundo del realizador Santiago Correa, entregará una nueva visión acerca sobre el crimen, la experiencia de primera mano junto al guía espiritual, a través del testimonio de sus exdiscípulos.

Un hombre llamado Ramón

Ramón Castillo nació el 20 de diciembre de 1977. Su padre, Ramón Arquímides, era dueño de una tienda de artículos electrónicos. Mientras su madre, María de la Luz, ejerció como secretaria. Antes de ser conocido como Antares, al igual que la estrella roja ubicada al medio de la constelación de Escorpión, el pequeño Ramón disfrutaba de salir de campamento. Era, en apariencia, un niño feliz.

Sin embargo, después de 27 años de matrimonio, sus padres se separaron. Al respecto, las personas que lo conocieron afirmaron que el hecho no lo afectó, pues su padre lo visitaba con regularidad.

Un compañero de scout, comentó a La Tercera, que era niño de inteligencia promedio, que disfrutaba de ir al estadio. Era “un cabro pelusón, agrandado. Fumaba a los 13 años. A esa edad nos íbamos en micro desde mi casa, en Las Condes, a Independencia, para ver los partidos de la “U” en Santa Laura. Él no era de ese equipo, pero con el tiempo se fue convirtiendo. Igual era raro, en ese tiempo, al menos, que dos cabros anduvieran solos en el estadio”.

Quienes lo conocieron cuando era niño, mencionaron que disfrutaba de jugar “pichangas” con sus amigos. “Siempre fue muy normal, ‘peluseábamos’ harto. En ese tiempo nos gustaba jugar a los flippers y a la pelota. También hacíamos partidos de tenis y él siempre ganaba”, reveló Sebastián Mateo a Emol en 2013.

Tras una infancia sin sobresaltos, Ramón tuvo que esforzarse para llegar a la universidad. Cantaba en las micros para juntar dinero y poder pagar sus estudios de Bachillerato en Música de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.

De su paso por la universidad, Ramón luego se cambió a pedagogía en música. En aquel tiempo, los temas espirituales no eran parte de él, revelaron los docentes que le hicieron clases. Eso sí, demostraba un talento innato con el clarinete que tocaba diariamente en el patio de la casa de estudios.

El cambio espiritual de Antares de la Luz

De este modo, ¿cómo se forjó el cambio en el otrora niño que disfrutaba de ver partidos de fútbol?. Gustavo Gaete -quien era su tío- mencionó en una entrevista a 24 Horas, que su sobrino había meditado dos años en un cerro. Y supuestamente durante esta instancia, había desarrollado una conexión con la naturaleza, que le dio una perspectiva distinta de la vida.

Pero entre sus cercanos, notaron con incredulidad los cambios en la personalidad de Ramón, cuyos principales intereses eran “los ovnis y los seres de luz”, detalló un reportaje de The Clinic.

En perspectiva, muchas personas que lo conocieron detallaron que “era un hombre normal”, que gozaba de realizar viajes a Perú y Bolivia. Además de mantener inquietudes sobre el sentido de la existencia, un hecho provocado por un viaje a China, junto a los miembros de “Amaru”, la banda con la cual salió de gira por Macao y Beijing en el 2006.

Este anhelo de encontrar las respuestas a las grandes preguntas de la vida, lo movilizó a armar un grupo de autoconocimiento que empezó a reunirse en 2008.

Según la investigación del Ministerio Público, Castillo armó un séquito con Natalia Guerra, María Alvarez, Karla Franchy, David Pastén, Pablo Undurraga y Carolina Vargas. Todos eran jóvenes profesionales pero con disfunciones familiares que explotó Castillo a su favor.

Desde entonces, empezó a considerarse a sí mismo como un ser supremo, consignó una nota de Infobae. Bajo esta imagen de poder absoluto, Antares de la Luz dominaba la vida de su grupo.

El férreo control de Antares de la Luz

Con variadas sesiones de meditación y talleres sobre el conocimiento interior, el líder pronto encontró un grupo fiel de seguidores, que avalaron sus prácticas, ya que cumplía un rol de dios supremo, capaz de otorgar la gracia de la salvación.

Asimismo, las sesiones consistieron en una excesiva ingesta de ayahuasca, utilizado en los retiros espirituales para potencia los efectos alucinógenos. En esta línea, Antares, con la promesa de la “autosanación” realizaba sus talleres de autoayuda en parcelas, ubicadas en Zapallar, Quintero, Olmué y el Valle del Elqui.

Por otra parte, Antares ejercía un control estricto con los miembros del grupo, sobretodo con las mujeres. Según contó el psicólogo forense de la PDI, Gonzalo Torrealba, a La Tercera, las mujeres eran obligadas a mantener relaciones sexuales. Paralelamente, Pablo Undurraga, quien ejercía como mano derecha de Antares, debía llevar el mensaje al grupo que el líder había amanecido con “carga negativa”, lo que significaba que una miembro debía realizarle sexo oral.

Además, cada miembro podía ser castigado con 45 golpes de varilla, al considerar que portaban una “mala vibra”, porque la idea de Antares de la Luz era mantener a la organización libre de impurezas.

En este sentido, en marzo de 2012, Natalia Guerra queda embarazada del líder de la secta, quien mantiene a la joven alejada de su familia en una casa de Los Andes.

El plan era el siguiente: el niño que esperaba, debía morir porque era el anticristo. Por lo mismo, según la visión de la secta, el bebé debía ser sacrificado en una ceremonia.

Dos días después, de nacer, el niño fue trasladado al fundo “Los Culenes” en Colliguay, que funcionó como centro de operación de la secta.

El sacrificio

Durante el ritual, realizado el 23 de noviembre de 2012, al bebé le ponen un pañuelo en la boca y lo introducen a una estructura parecida a una carpa iglú, donde colocan el cuerpo sobre una tabla.

Según afirmaron los miembros de la secta, el cuerpo se quemó en una hoguera por varias horas. Estaba amarrado de manos y pies. Incluso, expelió un olor a piel quemada.

De acuerdo con la investigación judicial, Undurraga, obedeció las órdenes directas de Castillo. “Descendí de la camioneta y obedientemente me dirigí (a la pira) y comencé a llenar de palos la hoguera. En ningún momento miré si es que estaba el bebé, pero sabía que estaba muerto”, recogió El Mercurio.

Cabe mencionar que la policía encontró solamente la pelvis quemada del recién nacido y cinco gotas de sangre de su pequeño cuerpo.

Transcurrido algunos meses luego del fatídico hecho, Ramón Castillo, que se encontraba en Cusco (Perú) buscando ayahuasca para sus ceremonias, huye de la policía. Acorralado y sin dinero, decide terminar con su vida ahorcándose en una casa desahabitada.