Shakira solo se quitó las gafas rosas cuando entró en la sala de la Audiencia Nacional.
Cuando Shakira llegó esta mañana a la Audiencia Provincial de Barcelona para declarar ante el juez por presuntamente haber defraudado 14,5 millones de euros correspondientes al impuesto de la renta y el de patrimonio durante los años 2012 y 2014 sabía perfectamente que decenas de cámaras la estarían esperando. También que el escrutinio público no sería solo a sus palabras, a su declaración o a sus interacciones con el juez, sino también a su actitud, sus expresiones y, sobre todo, su ropa.
La artista se enfrentaba a una sentencias de ocho años de prisión.
Que la indumentaria que una mujer escoge para acudir a una cita judicial es todo un género no solo lo demuestran los innumerables casos en los que esa indumentaria, lamentablemente, ha influido sobre el veredicto. En 2004, un juez de Barcelona consideró que el testimonio de una supuesta víctima de malos tratos no era creíble porque «vestía a la moda» y no encajaba con el «perfil de víctima». El magistrado absolvió a un hombre denunciado por agresiones continuadas porque el relato de su mujer no coincidía con “el temor y la desconfianza de la típica mujer maltratada” y porque la denunciante había acudido los tres días del juicio «vestida cada día diferente, con anillos, pulseras y curiosos pendientes, gafas de tamaño grande». Factores que, según el juez, no coincidían «con la visión de una mujer que ha pasado seis meses sometida a agresiones». Hace unos meses, el abogado de la Manada también cuestionó la credibilidad de la superviviente de los San Fermines y defendió incluir en el sumario del juicio una foto de la joven en su Instagram personal con una camiseta con el lema Hagas lo que hagas, quítate las bragas. La frase era una muletilla del reality televisivo Super Shore.
En el caso del proceso contra Shakira, en el que se enjuicia un delito contra la Hacienda Pública los prejuicios con sesgo de género relacionados con la indumentaria obviamente no tienen tanta importancia, lo que no quiere decir que no estén igualmente presentes.
La cantante Colombiana, quien lleva ya varios días en España, pues actuó en la gala de los Grammy Latinos el pasado jueves en Sevilla, apareció en público discretamente sonriente, mandando un beso a todos los que la estaban esperando, entre los que había un nutrido grupo de fans y además se llevó la mano al corazón, en un claro gesto de agradecimiento. Nada parecía dejado a la improvisación pero mucho menos su look, en el que cada elemento era de un muy específico rosa palo. Por un lado el traje de chaqueta, compuesto de un blazer con botón único y anchas solapas y un pantalón de pinzas con hebillas y raya planchada. Por otro, una camiseta con escote pico exactamente del mismo tono. Después, tres complementos: unas gafas de sol también rosadas de vinilo translúcido, unas plataformas y por último un bolso de asa larga. Este último era el único cuya marca era perfectamente reconocible: pertenece a la firma francesa Jacquemus famosa, entre otras cosas, precisamente por sus bolsos virales.
Shakira con sus abogados Pau Molins y Miriam Company a su llegada a la Audiencia Nacional de Barcelona esta mañana. En la mano se reconoce la bolso de Jacquemus.
Las demás firmas a las que pertenecen las prendas no han hecho pública la elección de la artista, como si ha hecho en otras ocasiones. Ninguna marca seria quiere publicitarse en un contencioso judicial. Aunque un juicio pueda ser una plataforma de proyección global sin parangón, como demostró el año pasado Gwyneth Paltrow. La actriz fue durante ocho días la estrella absoluta del juzgado de Park City, en Utah, donde protagonizó el caso Sanderson v. Paltrow, en el que fue juzgada por haber estado involucrada en un accidente de esquí en 2016 en el Deer Valley Resort. El juicio fue sido doble: todas sus apariciones desplegando estilo invernal-Succession-lujo silencioso fueron analizadas y convertidas en meme. Y todas las marcas que lució cuidadosamente desgranadas: abrigos de The Rox, trajes de Brunello Cucinelli y cárdigans de su propia marca, G. Label. La ley de Utah aconseja vestir de manera “apropiada” y acepta el atuendo casual.
La ley española no cuenta con código de vestimenta: Lola Flores se sentó ante el tribunal vestida de napa negra y tacón e Isabel Pantoja envuelta en chales. Shakira, vestida rosa, ha aceptado tres años de cárcel y una multa de 7,3 millones a cambio de no ingresar en prisión.
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