Lionel Richie yMichael Jackson durente la grabación de We Are The World.
Un documental narra la proeza que reunió a una cantidad impensable de superestrellas para este hit.
Están por cumplirse 39 años de aquella noche que reunió en un solo estudio a la mayor cantidad de superestrellas estadounidenses de la canción de ese momento –1985– para cantar la canción We Are The World. Encabezados por Michael Jackson, que para la época vivía la oleada de esplendor irrepetible que fue el éxito de Thriller, y los motivaba la idea de hacer algo por la gente que moría de hambre en el África.
Cuando salió al aire, en su primer fin de semana, la canción vendió cerca de un millón de copias y, según el documental La gran noche del pop, disponible en Netflix, aún ahora sigue ayudando.
El mundo conoce el video: parecía increíble ver a tantas estrellas juntas –demasiado juntas, casi apretujadas– tarareando en armonía un coro que salió de la inspiración de Michael Jackson: “We are the world, we are the children”. Algunos de los grandes –como Bruce Springsteen, Diana Ross o Cyndi Lauper– apenas interpretaban una frase, otros, apenas alcanzaron a ser vistos en el coro.
Pocos sabían, hasta ahora, que Bruce Springsteen tenía la regla de no viajar nunca después de un concierto. Y la rompió esa única vez para interpretar el desgarrador solo, que animaba el resto del coro. Tampoco, que Cyndi Lauper estuvo a punto de no llegar a los estudios de A&M, de Los Ángeles, porque su novio le dijo que no creía en el éxito de esa canción fraguada por Michael Jackson, Lionel Richie y el Midas de la producción de entonces, Quincy Jones.
La sola trasescena podría dar para una novela, hasta con rivalidades y egos. Mientras Michael Jackson había partido la historia del pop estadounidense en dos, con sus récords y su nominaciones a todo, a consecuencia de Thriller; Prince triunfaba con Purple Rain.
En el documental, el que fue uno de los productores, Lionel Richie asegura que sí había choque de egos y que el sueño de la realización de la canción –ya que buscaba unir al mundo en torno a una causa– era que estos dos rivales cantaran juntos en We Are The World. Y esperaron a Prince hasta el último instante.
Tampoco estuvo Madonna, pero estuvieron Tina Turner, Diana Ross, Bette Midler y Dione Warwik. El documental, al revelar con detalle las costuras detrás de la pieza musical, permite entender su grandeza. Es verdad la frase del comienzo del documental: “Nada volvería a ser lo mismo después de esa noche. Nada”.
Acto seguido aparece un apacible Lionel Richie prometiendo contar todo lo que recuerda de los hechos ocurridos en la noche del 28 de febrero de 1985.
El documental, dirigido por Bao Nguyen, descubre que la primera idea la tuvo Harry Belafonte, artista y activista, que sentía que los afroamericanos hacían poco por sus hermanos desfavorecidos en África, y se lo manifestó al empresario Ken Kragen. Una charla los llevó a pensar en replicar una reunión de estrellas, que el músico Bob Geldof ya había hecho con artistas británicos.
La siguiente llamada, a finales del 84, fue a Lionel Richie, él llamó a Quincy Jones y a Stevie Wonder, y entre los primeros que aceptaron estuvo Michael Jackson; de hecho, él y Richie compusieron la letra y se la entregaron a Jones para que hiciera su magia. Pronto llamaron no solo a artistas afros, sino a todos. Así llegaron Kenny Rogers, Paul Simon, Springsteen y más.
El documental da cuenta de la magnífica oportunidad que les dio el hecho de que Richie hubiera sido elegido anfitrión de la ceremonia de los American Music Awards, lo que hizo coincidir a muchas estrellas en Los Ángeles y les dio una noche, solo una, para reunirse, en un estudio cuya ubicación fue secreta hasta último momento y que los recibió con el letrero de ‘Deja tu ego en la puerta’.
El cantante Huey Lewis (izquierda), junto con Michael Jackson y Quincy Jones. Netflix
El documental da cuenta del caos, el calor, la falta de espacio, de las ideas locas que no prosperaron –como la de Stevie Wonder, que quería agregar una estrofa en suajili– y muestra el motivador discurso de Bob Geldof para poner a la tropa de estrellas en modo “solidaridad”, propicio para la canción. Explica de paso por qué Bob Dylan parecía tan perdido en los coros aquella noche y cómo solucionaron la ausencia de Prince o de dónde venían ciertos ruidos misteriosos que parecían colarse entre los micrófonos, en un relato tan emocionante como lo fue la canción misma.
LILIANA MARTÍNEZ POLO
REDACCIÓN DE CULTURA
@Lilangmartin
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